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viernes, 16 de enero de 2015

Las Glicinas

     Las Glicinas o Flor de la pluma ( Wisterias para los entendidos) son unos   arbustos trepadores muy robustos, que pueden llegar a alcanzar los 15 mts. Si se encuentran a gusto donde están, pueden vivir hasta los 100 años.En otoño pierden sus hojas y es a finales de enero cuando se debe hacer una poda vigorosa, reduciendo sus ramas a unos 40 ó 50 cmts del la rama principal.

Las hermosas flores aparecen a finales de la primavera y son como unos largos racimos de un color que puede ir desde el blanco al violeta pasando por el lila que es el mas común.
  La espectacular floración aparece cuando sus ramas aún están desnudas, luego van apareciendo las hojas  de un verde no muy fuerte, y cuando desaparecen las flores ya todo esta cubierto de verde. Durante el verano aparecen entre medio del ramaje racimos sueltos de flores, y además hay que hacerle una segunda o tercera poda, no tan vigorosa como la de invierno, pero si no se hace se puede convertir en una masa enredada con pocas flores el próximo año.

  Es muy utilizada para cubrir pérgolas,enrejados, muros o fachadas, pero hay que tener mucho cuidado con las mascotas (perros, gatos), pues su fruto que es una vaina muy vistosa aterciopelada y con legumbre dentro es muy venenosa, y a veces los animales las cogen para jugar cuando caen al suelo, y se pueden
envenenar.
Esta planta es originaria de China, y la leyenda nos cuenta que....
En la s orillas de un gran río vivía un joven que cansado de trabajar todo el día , a la hora de retirarse  salia de su casa y se iba a la ribera a contemplar el río recostado en un arbusto no muy grande pero que tenía el tronco muy recio.

 Las estrellas, que se reflejaban en el agua, casi a la hora del amanecer, convertidas en hermosas muchachas, se bañaban en el río. 
  Una noche en que el joven se había quedado dormido recostado en su árbol, se despertó por unas voces y risas que venían del agua.
  Cuando abrió los ojos y vio a aquellas bellas jóvenes que jugaban en el agua se acerco y mirando a la mas bella y que brillaba mas que ninguna se enamoró perdidamente de ella. La estrella también se enamoró del joven y siguieron viéndose cada noche.
  Un buen día el dios del cielo se enteró, y como castigo le prohibió a la estrella  volver a sus baños.
  Era tanta la pena que esta sentía y tanto lo que lloraba por no poder estar cerca de su amado, que dios ablandado le permitió volver cada año por primavera al arbusto donde de recostaba su amor, que seguía esperándola, y sus lágrimas se convertían en ese racimo maravilloso que el podía ver y oler con ese aroma tan sutil  que tienen las glicinas.


Cuando yo estudiaba en el liceo de Montevideo, la clase daba a un patio que tenia en una esquina una glicina que cubría un buen trozo de patio, y muchas muchas veces me iba de la clase con el pensamiento y ya no veía el patio,  solo las flores  que cobijaban a una joven que leía una carta de alguien que no volvería,  mientras unas lagrimas corrían por sus mejillas, luego la voz del profesor o profesora , según la materia que estuviera dando, me traía de nuevo a los libros y a la monotonía de la clase.















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